Alcohol y running: una relación problema

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Muchos corredores gustan de un trago ocasional. Puede ser una copita de vino o una cerveza bien fría luego de un largo ejercicio. La pregunta ¿Cuándo poco es demasiado y en qué punto el alcohol impacta en el rendimiento a correr?

Las directrices en cuanto al consumo de alcohol en relación a la Salud general varían según la cultura pero, en términos generales, beber mientras entrenas para una carrera será siempre una opción personal. Como casi siempre en la vida, todo con moderación tendrá beneficios. La evidencia científica indica que ciertas cantidades de alcohol en el organismo pueden tener beneficios positivos para la salud, como ayudar a prevenir problemas cardíacos, osteoporosis y Alzheimer.

Pero, si decides beber, ¿qué pasa y cuánto afectará tu desempeño?
Aclaremos qué entendemos por tomarse un trago. Un trago está ampliamente categorizado como 355 ml de cerveza, 148 ml de vino o 44 ml de destilados. Si te tomas demasiados de éstos, tu running va a sufrir sin dudas.

Efectos del alcohol al corer

Deshidratación: Cualquiera que haya tenido una resaca puede entender que la deshidratación es una consecuencia de demasiado alcohol. De hecho, puede representar una pérdida de un 3% del peso corporal en cuatro horas, por la pérdida de fluidos. Puede ser un verdadero problema en condiciones de calor, por lo que no es bueno mezclar alcohol, sol y running, porque éste último deshidrata también el cuerpo. Los riñones trababan extra cuando se ha bebido y eso, sumado a la pérdida de agua propia del esfuerzo físico, conspira contra el funcionamiento general del cuerpo. Deshidratación expone al que la sufre a la fatiga, calambres y desgarros. Para combatir los efectos de la deshidratación se recomienda beber dos litros de agua cada vez que se bebe alcohol.

Tratornos del sueño: Si bebes hasta la inconsciencia, algo que le ha sucedido a todo el mundo alguna vez, se cae directamente al sueño profundo, lo que suele trastornar las fases del descanso con sus consecuencias al despertar.

Menor velocidad: Entre los efectos negativos del alcohol se cuenta un reducido tiempo de respuesta nerviosa. Eso, sumado a una deficiente coordinación motriz, hace al corredor más vulnerable a las lesiones, accidentes y tropiezos.

Alzas del azúcar: El azúcar en el organismo debe mantenerse estable si se realiza ejercicio con regularidad. El alcohol sobrecarga el hígado, que lucha por producir las cantidades necesarias de glucosa y desata los deseos por comer dulces y comidas grasas.

Calorías vacías: El alcohol no es nutritivo. Aun así posee 7 calorías por gramo. Y esas calorías se almacenan en el cuerpo en forma de grasas, generalmente en torno al estómago. La famosa barriga cervecera es resultado de esto. Y llevar más peso al correr no sirve para nada.

Mayor ritmo cardíaco: El ritmo de los latidos del corazón y la presión sanguínea se elevan al beber. Ello basta para aumentar dramáticamente las posibilidades de sufrir infartos durante la realización de ejercicios exigentes.

Problemas musculares: Mucho trago afecta la secreción de hormonas masculinas por parte de los músculos al igual que la síntesis de aminoácidos que forman las proteínas de los músculos. Nada bueno para el trote.

Recuperación lenta: El hígado ayuda a la recuperación del cuerpo tras el esfuerzo y monitorea el flujo sanguíneo. Mucho alcohol lo enfoca en el flujo sanguíneo que se incrementa y menos en el recupero de los músculos.

Los especialistas son categóricos: La ingestión de alcohol no está asociada a mejoras de la capacidad física y, de hecho, reduce sus rendimientos. La regla general, por tanto, es controlar y espaciar la ingesta de alcohol y evitar que ambas actividades, el beber y el correr, se crucen demasiado en tu camino.

Fuente | worldrunning.com | Ver Articulo Original